El trastorno de rumiación se llama así, según explica Grande, porque quienes lo sufren “hacen como las ovejas: darse una especie de atracón y después regurgitar”. En este caso, el individuo regurgita (según la definición de la Real Academia Española, expeler por la boca, sin esfuerzo o sacudida de vómito, sustancias sólidas o líquidas contenidas en el esófago o en el estómago) de forma repetida alimentos, que luego puede “volver a masticar, tragar o escupir”, describe Reina, quien recalca que “no se asocia a náuseas, arcadas o disgusto”, sino que, por el contrario, “tiene un sentido gratificante y suele asociarse a otras conductas auto estimulantes, como balanceos o succión de dedos”.
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